miércoles, 13 de febrero de 2013

UN MANJAR IRRESISTIBLE


                                                                         
                                                                                Andrea Ferrero Renilla

La mesa estaba llena de apetitosos dulces. En su centro, una gran fuente de chocolate negro, que se podía oler en toda la habitación. Al lado de la fuente, una maravillosa tarta de trufas y nata adornada con palabras y figurillas de azúcar glas, que captaba las miradas de todos los presentes en la estancia. Había bandejas llenas de rosquillas rellenas de crema y chocolate fundido, cubiertas con sirope caramelizado de frutas exóticas de primera calidad.
En una esquina, cruasanes recién horneados rellenos con mermeladas caseras de arándanos y otras frutas del bosque. Junto a los cruasanes se encontraba una enorme bandeja buñuelos de nata, crema y trufa, cuyo olor se percibía desde la puerta del salón. Unas agrandes flores de hojaldre bañadas con sirope de mango tropical y rociadas ligeramente con azúcar moreno, asomaban, casi escondidas, detrás de la majestuosa fuente chocolate fundido.
La camarera apoyó sobre la mesa un gran plato de magdalenas caseras, tan esponjosas como las nubes. Estaban recién hechas, pues todavía se notaba el olor del horno. Sobre las magdalenas había abundantes pepitas de chocolate negro.
No sabía por dónde empezar. Finalmente me decidí. Escogí un pastelillo de fresas y cerezas. Al morderlo, se fundió en mi boca la leche condensada que se encontraba en el interior del dulce. La harina del pastelillo era fina y delicada. Nunca había comido nada igual.
A continuación, me dispuse a degustar un apetitoso bizcocho de chocolate y plátano adornado con cerezas caramelizadas. Me serví una porción de aquel dulce. Para mi sorpresa, estaba relleno de queso fresco. El bizcocho se fundía en mi boca ¡Era el plato más exquisito que había probado nunca! De todos los postres que se encontraban en la mesa, me había sentido especialmente atraída por este. Desde ese momento, la textura del queso, el olor del plátano… se convirtieron para mí en un manjar irresistible.