jueves, 4 de diciembre de 2014

"Croquetas y wasaps" Begoña Oro

                                                   María Palacios Chimeno


Clara, es una adolescente, hija de padres divorciados y ex novia del chico más guapo y con la sonrisa más desarmante de todo el instituto. Lo que está  claro es que cuesta decir adiós a las personas que importan, y si no, que se lo digan a Unai, un amigo de Clara que se inventa versiones de la muerte de su padre y viste de negro; o el abuelo, que todavía conserva las croquetas que la abuela dejó antes de morir. Pero todos lo acaban superando, Clara, tras ser expulsada, reflexiona y canta con su abuelo, y terminan el cuadro que la abuela dejó a medias; encima se enamora de Unai, que le pasa a visitar un par de veces. Al final todo se soluciona el día en que cenan las croquetas de la abuela; pues cuando Clara le cuenta a Unai lo que había pasado, se besan, y ella siente algo diferente que quiere sentir hasta el final de sus días.
Me ha parecido una impresionante historia, llena de emociones. Al principio me pareció una historia normal, pero a medida que fue avanzando me fue conmoviendo más y más; además, al estar narrado en primera persona, me hacía comprender más fácilmente lo que Clara sentía. 
Este libro tiene escenas cómicas y escenas llenas de emoción, como la cena de las croquetas. Trata temas importantes como son la amistad y la familia, y cómo deberíamos tratarlos y quererlos mientras estén a nuestro lado. La novela está llena de moralejas, pero yo me quedo con la que dice que "hay que tirarse a la piscina y no quedarse en el bordillo, tapándose las orejas con las manos". La historia está narrada en capítulos muy cortos, algunos, apenas tienen una cara, pero son muy intensos, lo que hace que la lectura sea más amena, fluida y cómoda.
Clara, la protagonista, es muy envidiosa, pero cuida lo que tiene. El abuelo es el personaje que le da picardía al libro, y hace saltar alguna que otra pequeña carcajada; es muy confidente y tiene un gran corazón.
Unai es un amigo de Clara, que siente soledad porque su padre se ha muerto, él no es un niño normal, está gordo y solo viste de negro. Me ha conmovido desde el primer momento, ya que nadie le mira normal.
Pinilla y Zaera (María y Jorge) son otros dos amigos de Clara, son comprensivos y le ayudan en todo, todos querríamos tener unos amigos como ellos.
La madre, es una mujer que no se entera de nada, pero cuando se da cuenta, lo entiende y no es agresiva (igual que en las pintadas del abuelo)
Lucas es ese chico, del que todas las muchachas están enamoradas. Es un chico con mucho que envidiar, pero cariñoso y comprensivo.
            Todos estos personajes forman un libro emocionante con un vocabulario amplio, aunque apenas he tenido que buscar palabras en el diccionario, utiliza adjetivos en abundancia, lo que hace que las descripciones se imaginen mejor.
Es un libro que me ha encantado, no sé si por la forma en que está escrito, o porque es una narración divertida, pero me ha dejado con ganas de “zamparme” más libros. Lo que más me atrajo fue su título, y no me ha decepcionado para nada, y si me preguntasen “¿Te lo volverías a leer?”, tengo clara mi respuesta, ¡SÍ!