miércoles, 27 de mayo de 2015

CAFÉ AMARGO


                                                             Sofía Carpintero González


Los edificios eran altos.
Aquella pequeña chica los miraba desde el suelo.
Se encogió de hombros, se sentía pequeña entre aquel gentío.
Miró a su alrededor, todos tenían la cabeza gacha.
-Dicen que están bien, pero nadie es feliz.-
Con ese pensamiento entró en una cafetería cercana, al entrar, una ola de aire caliente chocó contra su cara.
El establecimiento era pequeño, de madera, con cuadros en las paredes y mesas redondas.
Pidió el café más amargo que pudo, y aún así, no podía compararse a su estado de ánimo.
Se sentó en una mesa al lado de un ventanal que daba a las tristes y ajetreadas calles.
Podía ver a los hombres de traje y maletines mirando al reloj, tensos; parejas riñiendo, pobres pidiendo, niños llorando de la mano de sus madres.
-¿Le pasa algo señorita?- Preguntó amablemente un camarero.
-Que la gente dice que está bien y nadie es feliz.- El camarero se alejó mirándola con un a cara extraña de la que ella ni siquiera se percató, seguía mirando la ventana.
-¿Qué tanto miras?- Una grave, pero curiosa voz le sobresaltó.
-¿Te he asustado? Perdona, solo sentía curiosidad.-Se giró y vio a un joven de pelo negro, piel blanca como la de un fantasma y ojos verdes.
Él, sentado enfrente a ella la miraba expectante.
-Miro a la gente.- Respondió ella a aquel extraño que transmitía tranquilidad e inquietud al mismo tiempo.
-Todos están tristes y agobiados, es mejor no mirar.- Rió aquel chico.
-Alguien tendría que arreglarlo..-                  
-Tú.-
-¿Yo?-
-No es eso acaso lo que quieres?-
-Pues…sí...- Contestó algo confusa, le sonrió decidida.
Se bebió su amargo café rápido y salió a la calle de nuevo, dispuesta a hacer el mundo más alegre.
Ya en la calle, volvió a mirar a la mesa del ventanal, pero el extraño de ojos bonitos y piel de papel ya no estaba…