Miguel Rodríguez Romero
Había
una muchacha que tenía un novio tonto que hacía todo mal y por sus artes lo
llamaban Pedro malas artes.
Un día mandó a su novio a cortar un roble
y a traer madera con los bueyes; colocó el carro debajo del árbol para no tener
que cargarlo luego y cuando cortó el árbol aplastó el carro y los bueyes. Pensó
que si venían un carro de gallegos le prestarían el suyo y se quedó
esperándolos, pero se durmió y le robaron todo lo que tenía. Llegó a casa y
encontró a su suegra hambrienta y puso a asar una bola de manteca en la lumbre
y cuando fue a la bodega a buscar vino y regresó se le había desecho la manteca
se dio cuenta de que no había tapado las cubas de vino, cuando regresó a la
bodega la encontró inundada de vino, como no tenía fregona limpió el suelo con una
gallina pero después de estrujarla tanto para escurrirla se dio cuenta de que
la había matado, la suegra llamaba la gallina y él que tenía miedo de que se
diera cuenta cacareaba como las gallinas. Cuando vino la mujer y se enteró de
todo lo que le había hecho metió a su madre en casa y echó al marido de allí.