Clara Ruiz Llamas
“El Principito” cuenta la aventura
de un pequeño principito que vive en su planeta con una rosa. Un día discute
con ella y se marcha a visitar otros planetas. Encuentra gente seria durante el
camino. En la Tierra conoce a un zorro al que domestica, luego echa de menos a
su rosa y decide regresar. Le cuenta su historia al narrador. Finalmente, el
Principito deja la vida para que su alma pueda regresar a su planeta, con su
rosa.
Tiene una introducción un poco larga
para lo corto que es el libro. Transcurre desde el principio del libro hasta
que aparece el Principito. Sin embargo el nudo es normal y el desenlace es
bastante corte, desde el último día que el Principito está en la Tierra hasta
el final. Igualmente, no es tanta la diferencia como para desequilibrar la
historia.
El vocabulario en general es simple,
pero de vez en cuando hay alguna palabra de la que he tenido que deducir su
significado por el contexto.
Referido a los personajes, no son
muy realistas. Entiendo que el Principito es un niño pequeño, pero creo que el
autor se ha olvidado de cómo son realmente los niños y considera “encantador” a
lo que yo considero irritante; quizás ese es el motivo por el que este personaje plano me ha parecido que se
cree superior a los demás y muy poco modesto. Me parece mal que les diga a las
rosas de la Tierra que, por el hecho de que nadie las quiera significa que no
importan. También cuando se despide del narrador debería de haber sido más
humilde, decir que alguien va a ser feliz al pensar en ti mismo cuando no has
hecho nada por él, es ser muy arrogante. Por otro lado al zorro le pasa lo
mismo, solo piensa en sí mismo y es un personaje plano. El narrador, como ya he
dicho, no comparto con él la percepción de las personas encantadoras, pero es
el más realista, igualmente es plano. La rosa, otro personaje plano, según el
Principito es poco modesta. Pero es que la rosa es igual que él aunque no se dé
cuenta. Quizás, como la flor es su única compañía, por eso cuando sale de su planeta
se comporta como ella, aunque menos exagerado.
Viendo la dedicatoria, parece que la
intención del autor es que los lectores sean niños, pero a mí no me parece un
libro para niños, porque no lo entenderían; no solo porque está escrito un poco
enrevesado sino también porque todo tiene un doble significado que te hace
pensar. A pesar de ello, se lee muy bien.
Las ilustraciones están bien, son
sencillas pero adecuadas, además, me gusta que las haya hecho el propio autor.
Y es curioso que la cubierta sea la misma portada por los dos lados.
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