jueves, 22 de febrero de 2018

"Arrugas" Paco Roca



                                                                                                       Clara Ruiz Llamas 


            El célebre cómic “Arrugas” relata cómo Emilio, un anciano al que meten en una residencia, conoce a Antonia, Dolores Ernesto y Miguel, su compañero de habitación. Miguel quiere divertirse, y se aprovecha de los ancianos incapacitados. A lo largo de la historia, Emilio va empeorando a causa del alzheimer y Miguel aprende a ayudar a los demás. Suben a Dolores y a Ernesto al piso de los asistidos. Antonia, Miguel y Emilio intentan fugarse. Su plan fracasa y Emilio está peor. Lo suben al piso de los asistidos, y Miguel decide acompañarlo.
            La duración de la introducción, el nudo y el desenlace está equilibrada. El paso del nudo al desenlace es de forma progresiva, no hay un clímax marcado.
            Los personajes son realistas y la mayoría redondos. Están muy bien definidos y elegidos. Emilio, el protagonista, es un personaje que inspira compasión. Miguel al principio es un aprovechado que hace que los otros ancianos le den dinero, pero al conocer a Emilio y a su alzheimer, aprende que debe ayudar a los demás a soportar su “mal vivir”, como él dice. La historia entre Dolores y Ernesto me parece enternecedora, sobretodo la cara que pone él cuando Dolores le dice “tramposo”. Antonia también es muy creíble, me recuerda a mi propia abuela, guardando los sobrecitos de ketchup y aceite para su nieto. Los demás personajes, aunque tienen menos importancia, están muy bien elaborados.
            El vocabulario es sencillo y de la adjetivación no hay mucho que decir, pues en el cómic los adjetivos son los dibujos y hay poco texto.
            A pesar de no haber demasiadas letras, cuenta mucho. La historia de la vejez es un tema que en las obras literarias dirigidas a jóvenes se suele evitar. Nunca queremos pensar en qué nos pasará después de los sesenta o en cómo estarán las personas que ahora nos rodean. Creo que esta historia me ha ayudado a comprender mejor a mis mayores. Además, los colores marrones del dibujo crean un ambiente cálido pero triste muy adecuado. También es bonita la metonimia de la portada, el Orient Express que avanza según la vida se está acabando.
            Cuando terminé de leer, por un momento tuve que pararme y pensar: “no, yo no tengo alzheimer, creo que me metí demasiado en el papel…”