Marina Alonso de San Gregorio
Era una espléndida
mañana de invierno Toni, Marta y Dani habían decidido salir de excursión al
monte con la intención de hacer lo que tanto les gustaba, recoger setas.
Aunque Marta y Dani no estaban muy de acuerdo con la
idea de que Toni llevara a su perro, no les quedó otro remedio ya que Toni era, con su perro, como una nariz pegada a su cara, inseparables.
Se formaron dos grupos de búsqueda, Marta y Dani y
Toni y su perro. Marta era una chica vivaz, de cabello rubio, ojos azules y
estatura menuda. Dani, era un chico fornido, moreno, ojos verdes esmeralda y un
carácter muy tranquilo. Todo el mundo pensaba que a Dani le gustaba mucho
Marta.
En el otro grupo de inspección estaba Toni,
regordete, bonachón y siempre con una sonrisa que parecía indicar que en su
vida no había problemas. Su corto pelo pelirrojo, tez blanca llena de pecas y
su reciente aparato dental aún le daba más el aspecto de risueño. A su lado,
siempre su inseparable Leo, mastín de gran tamaño, piel blanca con manchas
marrones y una baba permanente que iba regando todos los lugares.
Después de una travesía nada aburrida, repleta de
anécdotas y chismorreos, los chicos llegaron a Olmendría, el monte en el que buscarían
las setas. El campo que precedía a la elevación mostraba un color nada habitual
para esta época del año pareciendo que una gran alfombra daba la bienvenida a
esta pequeña montaña.
Los dos grupos se separaron con la condición de
reunirse en dos horas al lado de un gran nogal situado en la base del monte.
Dani y Marta estaban teniendo un gran día y aunque aún quedaban diez minutos
para la hora acordada, decidieron ir bajando al punto de encuentro.
Por otro lado, Toni no estaba teniendo su mejor
búsqueda ya que Leo, con sus ganas de jugar, no le estaba permitiendo recoger
ninguna seta. Además, Leo llevaba un buen rato inquieto, ladrando e intentando
que Toni siguiera sus pasos.
Después de la insistencia de Leo, Toni decidió
seguirlo y para su sorpresa encontró a un anciano tumbado en el suelo.
El Sr. Andrés, que así se llamaba había salido
también a recoger setas, pero al pisar un terreno no muy estable se había caído
fracturándose la pierna y por tanto le era imposible caminar. Toni cogió su
teléfono y avisó a emergencias.
Al cabo de diez minutos el Sr. Andrés se encontraba
en una ambulancia, a salvo, y Ton y Leo habían conseguido tener su mejor día de
búsqueda, habían ayudado y salvado al Sr Andrés.
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