Adela Fuertes Rodrigo
Telmo
es un imaginero de quince años que viaja hacia Bretaña para trabajar en la
catedral de Kerloc’h. Paralelamente se investiga la desaparición del maestro
Thibaud que aparece muerto en el templo. En la catedral, la tarea de Telmo es
tallar el altar mayor que resulta ser una imagen de lucifer, pues Corberán y la
orden del Águila desean consagrar la catedral al demonio. Para impedirlo,
Telmo, con ayuda de Ben Mossé, destruye la catedral.
La
introducción de esta historia es atípica, pues es bastante larga, lo cual es
comprensible porque es donde se explica lo que ocurre antes de la acción. El
final, para mí, ha sido un poco inesperado porque creía que era una historia
realista y no me esperaba que fuera de fantasía.
Por
otra parte, es una historia con muchos personajes. Entre ellos Telmo, el
protagonista y narrador, comienza la historia como un simple escultor pero al
final resulta ser el valiente salvador de la humanidad. Loki, Gunnar y Erik son
los caballeros templarios que acompañan a Telmo a Bretaña, donde se encuentra
Corberán, el antagonista. Él es un cristiano que perdió la confianza y la fe en
Dios y, por ello, pasó a consagrar al demonio. Aparte de a Corberán, en
Kerloc’h, Telmo conoce a muchas otras personas: Hugo de Gascuña, Ben Mossé (el
enviado del Papa), Korrigan y Valentina, entre otros.
El
vocabulario de este libro es relativamente sencillo, lo que es más complicado
es seguir el ritmo de la narración. El autor intenta hacerlo más ameno dando
pistas de lo que iba a pasar a continuación y eso ha hecho que yo me mantuviera
enganchada hasta que terminé el libro.
Otra
cosa que me ha gustado mucho del libro ha sido su género. Porque el misterio me
gusta mucho y a pesar de incluir fantasía, de la que no soy tan aficionada, la
mezcla ha sido sin duda un acierto. Y eso mezclado con el final inesperado dan
lugar a una muy buena historia que recomendaría a la gente que busca
entretenerse y mantenerse expectantes hasta el final.